He pensado mucho y le he dado muchas vueltas a sobre qué hablar en esta libre entrada, y sólo se me ocurre hablar del amor. Hay muchas maneras de querer, pero también es verdad que hay una gran diferencia entre querer y estar enamorado, y es de eso de lo que quiero hablar aquí.
Es cierto que las personas mayores dicen que a nuestra edad esto no es amor del bueno, es el típico amor de adolescente, ese de ir llorando por las esquinas o dando saltitos de alegría por cualquier cosa. Y no digo que eso no sea así, sólo quiero aclarar que, en mi opinión, no es que esto no sea amor del bueno, ni que todo nos lo tomemos a la tremenda, solamente que a nuestra edad todo es más influyente en los sentimientos. Todo está como en un mundo más sensible, más real.
Y relacionando esto conmigo, con saber un poco más de mí, tengo que decir que creo que soy una persona demasiado sensible. Nunca me he atado a nadie pero porque creo que no estoy para esas cosas ahora... y porque para que yo me ate a alguien tengo que quererla y estar segura de estar con ella. Y nunca, nunca me ha pasado eso aún. Nunca he tenido la oportunidad de estar con alguien a quien quiero, ya sea porque este no podía ver nada más en mí que una amistad o bien porque las cosas se han complicado y ya ni siquiera sabe que existo.
Y miro a mi alrededor, y veo a todos mis amigos felices con sus respectivas parejas y pienso, que sí, que todo llega.
Que no sólo conozco su última pesadilla,
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).
también las mil anteriores,
y yo sí que no tengo cojones a decirle que no a nada,
porque tengo más deudas con su espalda
de las que nadie tendrá jamás con la luna (y mira que hay tontos enamorados en este mundo).